viernes, 2 de julio de 2010

Luis, ¿por qué no te callas?

(publicado en Málaga Hoy el 01/07/2010) Antes de empezar el Europeo de 2008, la Federación ofreció a Luis Aragonés renovar su contrato. "No, no, no, no... Que no me quedo, usstedess ya lo saben, tengo fecha de caducidad y tal", respondió en privado y en público, hasta la saciedad, con ese deje tan madrileño y achulado que porta. El caso es que, ante su rotunda e inalterable negativa, el otro axárquico de la Federación, Fernando Hierro, se puso manos a la obra. Y en el ejercicio de sus funciones recomendó a Vicente del Bosque. Llegadas las semifinales, a Aragonés le cambió el aire cuando alguien le pinchó: "No puede ser que te vayas". Se puso en contacto con los dirigentes federativos: "Sí, sí, sí, sí... Que me quedo, ussstedess saben que Luisss no pone problemasss pa quedarse y tal, Luisss esss assí". Pero la gente de la Federación tiene palabra, una, firme, y en la que se puede confiar. Ya se la habían dado a Del Bosque.

Supongo que Aragonés esperaba algo más que el famoso cántico de Colón, por Pepe Reina, de "Luis Aragonés, Luis Aragonés,...". Alguna manifestación popular en favor de su renovación, un santuario "sabiano" o algún grupo de Facebook, "señoras enamoradas de don Luis que quieren que siga siendo Seleccionador y tal". No los hubo, y como el hombre se marchó a Turquía y no es un dechado de simpatía, cayó en el olvido después de que se le agradecieran los servicios prestados. Su lado cascarrabias se ha debido ir inflando desde entonces, y ahora, supongo que más por reclamar atención que por dinero, se ha ido a Al Jazeera a comentar el Mundial para los amigos del pueblo árabe.

Nadie en la expedición española ha entrado a valorar el buen criterio de sus análisis y críticas. Su pesimismo público hablando de la inferioridad de España respecto a Portugal sorprendió por innecesario. Una cosa es que cada cual tenga su idea de juego (con Torres o sin Torres, con Llorente o con Güiza), y otra que se desprecie a quien te ha dado tanto. La Selección le dió a Aragonés más que él a la Selección. El triunfo del Europeo es tan suyo como el fracaso de Alemania. Y su Selección, como la de Vicente del Bosque, no son de su invención. Son el resultado de muchos años de trabajo, y del buen hacer de hombres desconocidos como Ginés Meléndez, Iñaki Sáez, Juan Santisteban, y el fundador de las categorías inferiores de la RFEF, mi querido y admirado José Emilio Santamaría. Ellos y otros pusieron las bases de una conciencia nacional "futbolera" española. Ellos vieron el potencial de la hornada que hoy aspira a ganar el Mundial "haciendo de la circulación de balón un arte" (por Marcelo Bielsa, tras el partido ante Chile). Los juntaron a los "diecipocos" años, les inculcaron espíritu de grupo y mentalización de ganadores. Aragonés remató la faena magistralmente; los motivó a su estilo agresivo, como Del Bosque hace desde la caricia verbal. No soy devoto del salmantino. Le veo sus virtudes y algún que otro defecto. Pero Luis tiene por lo que callar. Se equivocó en el planteamiento de los octavos de final del Mundial de Alemania, y tiró los cuartos cuando le ganábamos a Francia por uno a cero (no fue el único que falló, reconocido éste por él mismo a posteriori).

Hoy, que la Selección ha mejorado lo hecho en 2006, que todos obvíamos con ligereza a Paraguay, y ya elegimos entre Alemania o Argentina para las semifinales, tengo la sensación de que Aragonés ha sido la anécdota triste de esta primera parte del Mundial, el foco de desestabilización más claro. Si se callara, haría un favor a todos, él que seguro conoce bien aquello de "no la hagas y no la temerás". El día de Suiza era divertido buscarlo, "a ver qué dice el abuelo". Desde ahora, lo mejor sería no prestarle atención. Me da que, desde la templanza, es lo que hace Vicente del Bosque. Los de Al Jazeera podían darle un "programita" para hablar de sus amigos japoneses sesadores de pollos. Si no surte efecto, igual hay que pedirle un favor a "Rey", como llama Luis a nuestro don Juan Carlos I. El Mundial es cuestión de estado, así que se justificaría un "Sabio, ¿Por qué no te callas?".

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