viernes, 24 de septiembre de 2010

El almirante lo debió flipar

No me imagino, o sí, a Colón, encontrándose con la isla como el que se cruza con un billete de cinco euros, y apuntando en su cuaderno de bitácora: "Otra piú. A ver, tripulazione (es que no sé en qué idioma hablaba Colón, ¿italiano?), reunione, que tenemi que ponerle nomine a ottro islotte desti". Tenía que ser una jartá de reir, los marinos deseando tomar tierra, y proponiendo sus nombres, o los de los colegas, de la familia, o alguno que les hiciera gracia. O a lo mejor, era cuestión de mandos, y Colón hacía lo que le venía en gana: "Hala, Isli di la Santísssima Trinitá. Y la di al ladi, io niente sé. ¿Ici que fuman?". Los Pinzones respondieron: "¿Qué van a fumá, efe, Tabaco, coño, Tabaco?".

Pienso en estas cosas porque a estas horas que en España es madrugada y aquí hay que hacer un ratito para dormir, y le he estado dando vueltas al mapa, a los topónimos de los pueblecillos y lugares que me he encontrado entre viaje y viaje a por los campos de entrenamiento de Dios: Aranguez (con ge), Gasparillo, Tortuga, Isla de Huevos, Mamon, Canaan, Manzanilla... Imagino a los señores navegantes, llegando a una isla verde, infranqueable por bosques tropicales sin final conocido, y corriendo para tomar posesión de sus tierras y de paso huir de las picaduras de los mosquitos y bichos variados: ¿se echarían algo éstos pa los mosquitos? Total, si en el siglo XXI, por más flus-flus que uno prueba, al final tiene las piernas acribilladas, en el siglo XV, los mosquitos se debían poner púos de españoles e italiani. No entiendo por qué no le pusieron a ningún lugar un nombre del tipo: "Estoyhastaloshuevosdelospuñeterosmosquitos".

El caso es que después de los españoles vinieron los holandeses, los ingleses,... To Dios, que quería tener un sitio donde descansar si no llegaban a Venezuela con el agua que cargaban desde el Continente Viejo, digo yo. Trajeron esclavos de África y La India, y ahora son las etnias que mandan. No tienen claro si quieren hablar inglés o prefieren el español (todos los países de sus alrededores, con los que tratan, hablan castellano, y el gobierno de aquí se está dejando la pasta para que los niños aprendan español. Curioso, tratándose de un idioma en decadencia en la España de las autonomías... Bueno, no sigo por ahí).

Trinidad y Tobago era un país pobre hasta que los de Repsol, supongo, encontraron petróleo y gas y montaron su chiringuito. Y no sé si fue peor el tema, porque ahora resulta que, por eso de los ritmos caribeños, que en parte lo entiendo por la caló y los tormentones, el personal aquí decidió que, teniendo petroléo, para que se iba a currar en otros temas. No cultivan, y eso que tienen agua pa aburrir. No fabrican nada. El sector servicios, lo que se dice servir, pues sí, "en fai minus", siempre en "fai minus" (una medida de tiempo que debe significar, "cuando me salga de los c...". Tienen petróleo, y además son zona de paso de la droga entre América y Europa. Se ve que alguna se queda, y se consume. Así, las calles están infectadas de fumaos que no tienen otra tarea que esa, fumar, o meterse de tó. No es que sean pobres porque no haya recursos, porque la isla sea pobre, es que lo que pillan losa colegas, se lo fuman.

El caso es que mi primer Caribe ha sido éste, y lo agradezco, porque es posible que jamás vuelva, pero he conocido una tierra de contrastes, de tormentas tropicales diarias, de playas paradisíacas... Un lugar que nos descubrió Colón a los europeos y que aún rinde cuentas a ese pasado tan pasado. No sé si al paso de la delegación RFEF las gentes del lugar nos saludan con cariño porque en su capital llevan nuestro nombre (aquí, el Colón bautista de turno no se lo curró: "¿esto que es? Un puerto, y ¿de donde venimos?, de España. A tomar por ahí: Puerto España"), o regalan sonrisas sin filtro por esa calma chicha en la que viven, o quizá porque somos campeones del mundo y la isla está sembrada de campos de fútbol y niños con la camiseta falsa de Liverpool de Torres. El fin de este pensamiento único es el siguiente: me alegro de haber puesto en el mapa mundi este montón de islitas tan curiosas. Me alegro. Hala, y ahora corre al gugel maps, IGNORANTE, que no sabes donde está Trinidad y Tobago y seguro que cae en el Trivial alguna pregunta (prometo haber explicado a periodistas que llamaban desde España que este país no está en África).

martes, 21 de septiembre de 2010

Éste, mi Mundial


Lo que estoy viviendo en Trinidad y Tobago (sólo Trinidad, en realidad), es toda una experiencia. No creo que sea capaz de explicarlo bien, pero tengo un rato, y lo voy a intentar. Es la primera vez que me meto en un equipo de fútbol, de lleno, dentro, en las entrañas. Como uno más, haciendo mi tarea, y ayudando en lo que puedo. La tarea, esto de la comunicación, me ha planteado nuevos retos: convencer a los medios, a los amigos de los medios, de que esto tiene algo de interés (bien mirado desde la óptica del periodista, yo que ahora estoy al otro lado). Intentar ayudar a que quien llama, venderle temas a los de fuera para que no se queden en lo obvio, intentar colar mi mensaje, si puedo,... Labor de comunicación, vamos.

Pero además, yendo un poco más allá, mi otra tarea está siendo cuidar de que las chicas aprendan a comunicar. Cierto que la carga de entrevistas y reportajes que exige la Sub17 Femenina no es excesiva, lo que me deja tiempo para practicar con ellas, y que corrijan cositas para mis reportajes de la http://www.rfef.es/, aprendan trucos que les harán llegar mejor a nosotros, los periodistas, encaren una entrevista con los datos necesarios, con el tono adecuado, con una palabra cariñosa con la que ganarnos a nosotros, los periodistas,... En esa tarea, me estoy encontrando unas chicas que no sólo asimilan mis consejos, sino que los ponen en práctica, y los agradecen, que es lo de menos, en el fondo, de verdad. Y puesto a esa tarea, me he involucrado en un grupo unido que es el que forman las chicas con los entrenadores, fisios, médico, utilleros, de un modo especial: me he sorprendido a mí mismo, yo que no soy especialmente cariñoso, poniendole hielo en el tobillo a una que se lo tuerce el día antes de la semifinal y al minuto sabe que se pierde el partido, buscando conversación amable con otra que no se recupera de una lesión y tampoco podrá jugar, haciendo de intérprete cabreado para todas cuando los camareros no les traen la leche caliente pal colacao, ayudándolas a cambiar cincuenta euros en titis (dólares trinitenses), intentando detectar cansancios, desánimos, aburrimientos, premiando con una entrevista a quien lo necesita para venirse arriba, gritándole de guasa a otra que me pone cara de "voy sobraita y estoy harta de reportajes"... Ayer le decía a mi compañero, maestro yedai de las artes feisbuqueras y tuiteras, y entre rebujito y rebujito, amigo de los grandes, Fernando Urra, que me he redescubierto en una vocación "educadora-comunicativa" que me llena por los frutos emocionales y prácticos que a corto plazo me rinde verlas sentirse bien, y por la intuición de que, con un método, esa vocación podría tener efectos beneficiosos para los niños y niñas futbolistas, que unos lo serán y otros no.

Anoche, le explicaba a una de ellas, después de que vieran Invictus, que el estadio de la peli, ése estadio donde Morgan Mandela, perdón, Nelson Freeman hace ganar a Sudáfrica el Mundial de Rugby de 1995, se llama Ellis Park. Y que ahí, España ganó dos partidos del Mundial de este verano. A otra le hablé del Apartheid, en un minuto, y entendió mejor la historia. Y así, a diario, desde el 5 de septiembre que llegué "como un tío que viene pa prensa y que no sabemos para qué viene". Mañana, hoy para vosotros, cuando jueguen las semifinales, estaré digiriendo cómo ha sido nuestro viaje en bus, inolvidables todos, como hemos entrado en el vestuario del estadio Ato Boldon de Couva, como he chocado la mano a algunas que sé que buscan complicidad, las que no son más tímidas que yo (entre las más tímidas y yo, la relación es jodida). Si ganan, me emocionaré por ellas, y por mí... No por meterme en otra final de Mundial, que con una al año andaba yo servido: en realidad no sé por qué me emocionaré tanto. ¿Se lo merecen? Pues creo que sí, pero no soy objetivo. No sé bien cómo juegan las surcoreanas (algo sí, y debería ser optimista). Quizá ocurra que, si lo ganan, éste sí será en parte, un poquito mío. A lo mejor es eso, sí. O quizá, que esto es fútbol sin cuentos ni historias, fútbol en esencia, el verdadero fútbol y me ha enganchado. En realidad, no lo sé. Ya contaré, si me aclaro.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Mi viaje al no Caribe

Resulta que estoy al sur del Caribe, sí. A quince o veinte kilómetros de playas caribeñas, sí. En una isla, del Caribe, sí. Y como si estuviera en Leganés. Con tormentas más puntuales que el AVE al mediodia, borchorno hasta de noche, humedad sanísima para abrir los poros, calor para aburrir, y sin embargo, viviendo una experiencia única.

Porque resulta que el fútbol es algo más que la derrota de España en el campo de River, que supongo que habrá quien pida que nos arranquemos y devolvamos la estrella de la Roja, y el Príncipe de Asturias de los Deportes, (disgresión: no entiendo por qué se lo dan a la Selección Nacional Absoluta y no a la Real Federación Española de Fútbol, que es el ente. ¿Se lo darían al Real Madrid, o al primer equipo del Real Madrid?). Digo: que estoy viviendo una experiencia única desde que me colaron de rondón, o me colé, mejor, en la expedición de la Selección Nacional Femenina Sub17 que juega el Mundial en Trinidad y Tobago. De "Media Officer", que dicen los señores de la FIFA. Convivir con un equipo de deportistas de élite, a su edad, en femenino, pero no menos élite que la élite habitual, me está abriendo los ojos sobre el día a día real de cualquier grupo como éste. Una realidad en la que lo externo tiene poca importancia cuando marcas horarios exigentes para amanecer, dieta exigente para alimentarse, tiempos de ocio contados, unas normas de convivencia que tienen su historia... Y todo, llevado siempre con ánimo, con alegría, con buen rollo (cabreos, haylos, los lógicos y normales). Porque el objetivo, ganar, ganar y ganar, lo merece.

La disciplina es importante, si no entendemos disciplina por látigo y griterio, sino por capacidad para adaptarse con rigor a las normas establecidas. Es un grupo en el que el respeto a la jerarquía es condición de entrada. Supongo que a base de muchas convivencias como éstas, la gente que rodea a las futbolistas se ha creado unas tradiciones que conviene aprender y seguir por salud general. Es un grupo en el que todos, a una, cargan, cargamos, bultos con el material de trabajo, en el que se comparten comidas, bebidas, calores, fríos,... Es una Selección alejada del glamour, supongo como todas las que no son la Absoluta. En la que todos arriman el hombro cuando se necesita, al margen de que cada cual cumpla con su papel. Nadie mira por encima del hombro a nadie, se gana al rival pero luego se le sonríe con amabilidad si compartes ascensor, o comedor,...

Éste es un Mundial en el que estoy aprendiendo a marchas forzadas cómo vive una Selección, un equipo, un grupo de deportistas: quizá no lo esté explicando bien. Desde dentro, comprendes situaciones que eran inexplicables estando en la tribuna de la prensa: por ejemplo, entiendes la sensación que genera que esté esperando un compañero periodista y no puedas encontrar a la futbolista que lo tiene que atender. Te das cuenta de la importancia de no alterar los hábitos y rutinas de grupo por asuntos como una entrevista, una rueda de prensa, una visita inesperada del famoso o invitado de turno,... O mejor, te das cuenta de cómo conviene aprovechar los tiempos, si es que apetece hacer bien las cosas, claro. Algo tan absurdo como un pin, lo que en caro se llama insignia, te puede abrir puertas hacia las relaciones diplomáticas más necesarias del mundo para arreglar un problema.

Desde dentro, aprendes de la importancia de devolver un saludo a la gente que te sonríe y aplaude desde la calle, cuando vas en el "autobús nacional". Saludas tú que no eres nadie, pero saludas porque conviene ser educado, es gratis y quedas de maravilla con la gente. Aprendes de las bondades que acarrea tener gestos de complicidad con las personas que te aplauden por el uniforme que llevas, por el escudo del pecho, por el traje de "campeón del mundo, y con estilo". Insisto: igual no me estoy explicando bien, porque la perspectiva no es buena, en esta tarde de descanso que tenemos, después de ganar a Japón como los campeones, que titulé en http://www.rfef.es/; resulta que ellas tuvieron las oportunidades y nosotros marcamos los goles. Fue un cuatro a uno que nos debe servir para mejorar.

El caso es que no os puedo contar lo cristalinas que son las aguas de Maracas Beach, que es un playón caribeño que debe de haber cerca, porque no lo hemos ni olido. Espero verla antes de irnos. Tampoco puedo hablaros de las fiestas caribeñas, ni de la comida caribeña, ni de la bebida caribeña, ni de nada caribeño (desde el autobús te acercas un poquito a la realidad de esta zona, pero sólo un poquito). Espero avanzar en estos temas antes de volver, pero para mí, en este viaje, de verdad, se han abierto más horizontes que los puramente caribeños. Ya habrá tiempo, (prontito, por favor, ¿verdad?), de cumplir con viejos sueños en los que me veo tumbao en una hamaca, con los pies metidos en el mar verde que vi desde el avión (imagen de la derecha), y dando cuenta del listado de daikiris del Todo Incluido, a uno cada veinte minutos, que me los trae mi colega Yoni, al que le he untao con veinte dólares para que no se olvide de ninguno. Y de vez en cuando, me giro, me caigo de la hamaca directamente al Caribe, y cazo un bovagante, de tapita.