lunes, 10 de enero de 2011

El pie de oro

Vuelta la burra al trigo. Sí. ¿Y qué? Uno es de ideas fijas, mientras nadie desmuestre lo contrario. Estas Navidades he visto imágenes espeluznantes en los resúmenes anuales, de esas que uno se pierde cuando anda con la maleta a cuestas, de un lado pa otro, ganando Mundiales y esas cosas.

La más impactante, para mí, es la toma trasera del mano a mano entre Robben e Iker, en la final del Soccer City (la Ciudad del Fútbol de Joburg), cuando corría el sesenta y uno, creo. Ha dicho Casillas que cuando vio que el holandés le encaraba solito, su vida se convirtió en un eterno episodio de Oliver y Benji; los segundos, tres o cuatro, se le hicieron infinitos… Aguantó, aguantó, con los pies fijos al suelo como les enseña a los porteros jóvenes en Valdebebas, y se venció a su izquierda en el momento clave, intentando tapar todo el hueco posible. Fue entonces cuando el denostado Jabulani, de oro, como el pie de Casillas, rozó la bota derecha del gran capitán. Fue una caricia, un soplido, un susurro, un roce suavito pero histórico. Iker ganó en ese instante el Mundial, aunque levantara la Copa una hora más tarde.

No le van a dar el Balón de Oro (no entiendo por qué, si en 2006 se lo dieron a Cannavaro, ahora ni siquiera lo incluyen entre los finalistas). Y como no le van a poner nunca el cartel de “Mejor jugador del Mundo”, lo de “Mejor portero del Mundo” se le queda corto, el “Guante de Oro” ya lo tiene y no podemos canonizarlo porque ya hemos machacado lo de “San Iker”, yo propondré embalsamarlo, completito, y exhibirlo en Móstoles, o en el pueblo abulense, donde tiene sus colegas de la Mahou.

En Johannesburgo, el 11/07/2010 fue con su pie derecho, ya inmortal, al que habría que idolatrar de por vida, hacerle réplicas y montarle una ermita, o un santuario, un algo donde reverenciarlo. Pero antes, en los diez o doce años que el chico lleva intentando demostrar que es el mejor en esto del fútbol, han sido dedos como los de la Eurocopa 2008, o rodillas y cuerpos como los de la Novena con su club. Paradas y paradas, decisivas, únicas, definitivas, que han decantado las finales, los partidos hacia su Real Madrid o nuestra España, tanto como lo hicieron los goles de sus galácticos, o de los chicos de la Magia Roja. El capitán, oh capitán, mi capitán, no se merece el Balón de Oro. El hombre que ha levantado la Euro y la Copa del Mundo en dos años, que ha ganado no sé cuantas ligas y otras tantas Copas de Europa, no se lo merece. ¿Por qué? Que alguien me lo explique, plis. Y ya de paso, yo voto por Xavi, que es el otro genio discreto del fútbol español, hasta que en dos o tres años le releve Iniesta, San Andrés de Soweto.