domingo, 19 de diciembre de 2010

La Quinta del rondito

El primer día, los vi entrenar en la Ciudad del Fútbol y me asusté. A finales de mayo, los veintitrés se juntaron para ganar el Mundial, y los entrenamientos consistían en cinco minutos de carrera para calentar, un par de ejercicios físicos para justificar, y dale al rondito: ronditos de todas las clases inimaginables. Los había por grupos contra uno que intentaba robar el balón, con mini porterías en cuatro equipos, con porterías y porteros a medio campo,... Con ronditos, calentamiento y remates a puerta se completaban día a día los entrenamientos, en la Ciudad del Fútbol, en Schruns (recordemos, donde vive Heidi) y en Potchefstroom (recordamos, tormenta de tapitas del cocinero, en idioma boer).

Llegaron las críticas después de los bolos preparatorios de Austria, y yo las ignoré porque me encontraba con unas sesiones de entrenamiento espectaculares: a base de ronditos, pero espectaculares. Recuerdo una, en Schruns, un día que llovía, en el que arranqué con "olés" solitarios y congelados ante la precisión de los toques, la brillantez de los controles (y más, estando por medio el Jabulani, bendito Jabulani), la intensidad de los cuarenta y cinco minutos de trabajo. Aquel día me dije a mi mismo: "estos disfrutan como cochinos jugando al fútbol. Y lo hacen de maravilla". No pensé que podríamos ganar el Mundial, pero creo que aquella jornada, en aquel campito de pueblo alpino empezó a gestarse en mi cabeza inquieta la normalidad con la que asumimos el triunfo en el Soccer City (Ciudad del Fútbol) de Johannesburgo.

El rondito, disgrego, se basa en un principio elemental del fútbol, uno que nos enseña el míster cuando tenemos once o doce años: toque y desmarque de apoyo, toque y desmarque de apoyo, toque y desmarque apoyo, hasta que aparece el hueco, y entonces tocas y tiras un desmarque de ruptura, para encarar al rival.

Este concepto, tan básico como difícil de aplicar, es el que nos sirvió para maravillar al mundo en Sudáfrica, y el que le sirve al Barça para ir de cinco en cinco (pocos son, con lo que juegan). Parece fácil, pero no lo es: hay que tener jugadores que te milimetren los pases, que inventen con el control, que tengan ojos en el cogote, que disfruten jugando al fútbol como niños. Y hay que aplaudirles cuando no les sale con quince años, cuando llega un veterano y les da una leche para que se dejen de toquecitos. Puede llegar un autobusero como Mounaccio, cerrarte todas las puertas con candados y que ese día no aciertes con la llave, te gane un partido y te eche de la Champions. Puede sorprenderte un Robben a la contra, y si no tienes a Iker Casillas, el justo merecedor del Balón de Oro, te meta dos goles y te quite la Copa. Pero lo normal es que si eres un vocacional artista del rondito eficaz (no confundir con bicicletitas inútiles), y las cosas te salen medianamente, en esto del fútbol, triunfes. Si encima, va el rival y no aprovecha que puedes estar cansado, o disfrutando de la Copa del Mundo, y te pone enfrente al entrenador que más te motiva para seguir teniendo retos, asunto resuelto. La fórmula no tiene misterios: Campeones del Mundo + Mejor jugador del Mundo + Motivación = el resto, que se peleen por el trofeo de la galleta, por construir hoteles, por comprar aeropuertos o por las migajas que deje la Quinta del Rondito. This is furbo, coño!!!!!

martes, 14 de diciembre de 2010

La quincena del trinque

Debería estar indignadísimo. El tufo a mierda que larga todo lo que tiene que ver con el dopaje es como para salir corriendo: en medio del temporal pienso en la cantidad de nuestros deportistas que son gente sana, limpia, que no se dopa. Eso sí, si fuera un prestigioso videobloguero del más afamado diario deportivo amsterdamiano (Holanda), no dejaría títere con cabeza, hablando del deporte español. Un buen Vandenindan diría, en holandés: "vale que fuímos un poco puercos en la final del Soccer City, pero no nos metemos de (metemen de totten, en flamenco)". Insisto, si lo pensara, me indignaría.

Pero es Navidad. Mejor, pre-navidad. Estamos en semanas de trinque, y los periodistas deportivos madrileños (supongo que en todos lados será parecido), y los que los rodeamos, estamos, están, anestesiados pensando en qué regalo (trinque o gañote, en el argot), darán en la comida del Atleti y la del Madrid (gracias por la invitación informática. No puedo ir), o si habrá agenda de la Liga en la comida de la Liga (no sé si las siguen haciendo), en la cena de la Federación (no sé qué regalo darán. Investigo el tema), en cómo cambiar los turnos para ir a todas, en quien le explica al jefe que las cenas de la empresa no pueden coincidir con aquellas, citas informativas de alto nivel (con trinque, con trinque). Los años de Calderón, Ramón (¿se puede decir "Ramón Calderón" sin que te cierren el bebeblog?), el Real Madrid regaló una bici ortopédica que aún danza en la Cala del Moral, en el piso de la familia Muñoz en la playa malagueña, y una cámara de fotos Nikon, actual herramienta de trabajo personal. Aún así, prometo que no soy muy de estas cosas: demasiada gente, demasiado ruido para tan poco canapé (hace años, el Real Madrid daba un famoso cocido madrileño en el hotel Mindanao, pero ahora montan el chou en el palco del estadio, creo. Y en la última que estuve, por error mío y obligado, por error mio, los canapés eran virtuales. Terminé muerto de hambre, cabreao, abroncao con razón por los compis que no fueron, pero con cámara de fotos). Diré que hay reconocidos y prestigiosos especialistas en asistir a todas: gente que, por lo general, no aparece en una rueda de prensa durante el año pero se siente legitimada para estar, en primera fila y/o mesa presidencial, aplaudiendo el discurso del mandamás de turno (hubo en su tiempo una constituida Peña del Gañote, que ignoro si continúa abierta y revoloteando).

Me molan más las cenas de empresa. Obvio las anécdotas recurrentes: el jefe soplao, la silenciosa compañera que se destapa como brillante organizadora de congas, el currito más que achispao que aprovecha pa cantarle las cuarenta al jefe soplao,... No me resisto a dejar por escrito, por si un día se me olvida, la imagen de un jefe de cuyo nombre prometo no acordarme (no me sale, y llevo diez minutos pensándolo) que se pasó la noche brindando de mesa en mesa al grito de "Vivaajjjjpaña" (Viva España). Creo que luego bailó pasodobles, pero esto no lo vi. Ésta en cuestión no me apasionó, no debí ir. Error. En general, se me dan bien las cenas de empresa, las disfruto, las aprovecho, pague o no pague la empresa (que éste es debate de alta tensión entre los compis, siempre. Hasta el más callao tiene opinión). Te ríes del día a día, de los problemas, de las dificultades.... Te acercas a gente a la que no es fácil hacerlo durante el horario laboral. Haces compañeros, te ganas algún amigo. Recuerdo con cariño la de Radio Voz, antes de que nos echaran a casi todos, o la de Radio España, inolvidable. Inolvidable. A las de Radio Marca creo recordar que no fui. Las del Real Madrid no fueron fáciles: cada una con un jefe distinto, y con el casco antimisiles puesto, por si surgía un Naningate o similar en mitad de la cena. El año pasado, ZP no hizo para los desempleados, o yo no me enteré. Supongo que por la crisis y porque Rubalcaba no estaba para tener la idea. Por eso, éste tengo en mente el martes o miércoles que viene: buenos compañeros, buena empresa, buen menú, seguro, y un lugar excepcional: la Ciudad del Fútbol. Por cierto, que hablando de todo un poco, ¿nadie ha caído en que ganamos el Mundial en la Ciudad (City) del Fútbol (Soccer) de Johannesburgo? ¿Casualidad? ¿Complot? ¿Doping? ¿San Iniesta? ¿Dios, digo, Iker? ¿Por qué nombran a Iker en la gala de los 40 Principales en vez de darle el FIFA Balón D'Or, a él, oh capitán mi capitán, que nos salvó ante Robben, que le paró penalties a Paraguay, que siempre está pero no termina de caer bien? ¿A qué huele la Navidad? ¿Las flores de Pascua , "pascueros" en mi tierra, viven después del 7 de enero? ¿Qué le pido a los Reyes? Zalú, musha zalú... Y, si puede ser, un Tiguan. A off, que degenero y me parece entender en el tuiter que Piqué le dice a Puyol que lo ve "molt enamorat". Uy,uy,uy,uy,uy....

viernes, 3 de diciembre de 2010

A pensar en el Mundial 2030

Como supongo que la lógica bloguera impone que diga algo, lo diré. Aunque lo que diga no es realmente lo que quisiera decir, porque la prudencia, la deportividad y la educación obligan. Quien vea aquí excusas, puede darle a la crucecita de arriba, a la derecha. No pretendo razonar la derrota. Sólo dejar sensaciones personales, para quien las necesite. La primera: se nos ha escapado un sueño, otro más, de esos que uno no espera nunca cumplir y que pasan de cerca una vez en la vida: para mí, personalmente, poder organizar en mi país un Mundial, después de haberlo ganado, era un reto personal, una ilusión profesional, un sueño. En él pensé más tiempo que, estando en Sudáfrica, lo hice en ganar Copa del Mundo. La Copa nos cayó del cielo, casi sin creérnoslo. El Mundial 2018 en la península ibérica (no había sedes posibles en nuestras islas). lo habíamos mascado, lo habíamos imaginado, habíamos contado que en ese año caerían los 43, una edad estupenda para vivir en casa un Campeonato del Mundo. El sueño se esfumó.

Más sensaciones: hemos perdido una oportunidad sin igual para nuestro país. Ilusión, negocio, puestos de trabajo, oportunidades para muchos, mejoras generales en el país, más ilusión... Sólo quien haya vivido un Mundial de cerca, o cuatro como en mi caso, sabe lo que rodea al mayor espectáculo deportivo del planeta.

Y otra sensación para terminar: me da que hoy hemos aprendido que esto del fútbol, de las relaciones internacionales y de la política deportiva es más que hacer bien las cosas, que querer, que presentarte con honestidad, que ser compañero, que gozar de buen talante, que ser un grupo decente de gentes de fútbol. Dije hace algún post que si nos daban el Mundial habría que agradecérselo a Ángel María Villar. Hoy digo sin miedo que creo que debemos agradecerle su lucha, por las formas y por el fondo (si escribo que al menos yo creo que estamos ante el hombre que ha hecho más por mejorar nuestro fútbol patrio en su historia, seguro que alguien piensa mal de mí. Admito opiniones en contra, con nombres y apellidos de opciones distintas, claro. No admito insultos, por cierto). La tristeza que rodeba ayer a la expedición era tristeza por el mal momento que seguro estará pasando el presidente de la RFEF, aunque diga lo contrario. Estaba convencido de la palabra de sus compañeros, los que iban a darle su respaldo. Darte así con la realidad, después de tanto tiempo en esto, no es fácil. Levantarte, como lo hará él en dos o tres días, que dicen quienes le conocen mejor, está al alcance de pocos.

Los tres próximos mundiales nos son incómodos: Brasil, Rusia, y Catar con sus estadios del futuro (la RAE ha dicho que con "C", no con "Q"). El otro día, explicándole a Pablo, mi ahijado (por cierto, a sus seis años y medio tiene mucha calidad en sus botas, velocidad y una visión de juego extraordinaria, que asusta por inusual. Le vi jugar en el equipo de La Garena, contra el Avance, en Alcalá de Henares, y puedo afirmar con objetiva rotundidad que será mejor futbolista cuanto más estudie)... Digo, que se me cae la baba, que le explicaba a Pablo que iba a Suiza a ver si conseguía que España organizara un Mundial (él no entiende por qué tiene que ser cada cuatro años y no jugarse permanentemente, como la Liga). Le decía que si nos lo daban, cuando el tuviera trece años podría ver todos los partidos del Mundial en España, si se portaba bien de aquí al 2018. Supongo que mi compadre Javi ya habrá cogido el mapamundi donde Pablo se estudia los países del mundo para señalarle donde está Catar (Rusia lo controla, seguro). Si seguimos imponiendo la lógica fifica, el 2026 tendría que ir a Oceanía (hoy he leído que Blatter lleva los mundiales donde los lleva porque sueña con el Nobel de la Paz). Contando con que, tal como los rusos afirman, Rusia es tan Europa como Asia, lo mismo no olemos un Mundial europeo hasta el 2030. A Pablo le pillará hecho un joven brillante: lo mismo hasta lo juega con la Roja. Si es así, seguimos teniendo mundiales, rojas y fútbol, el padrino irá a donde sea, seguro, pero no como brillante enviado espacial de nadie, me lo prometo . Si todo va bien, será mi noveno mundial. Mejor dejo de hablar solo. Feliz puente, y recordad los geniales versos de Cela: "el puente tiene tres ojos, y yo dos solamente. Pero si me cuento el ojo del culo, tengo los mismos que el puente". A off.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Ahora o ahora, manifiesto por un Málaga mejor

Vuelo en el AVE, caminito a Málaga, e imagino que al llegar al Vialia (me gustaría más que hubiera calado lo de "María Zambrano"), me encuentro una ciudad nueva: Paco, el alcalde, se ha hecho tuitero. Y Adbu... Ibnh... el jeque-jeque ha fichado a un entrenador de nivel, no un desconocido "que no tenía ni idea de lo que es la Liga" (¿qué diferencia hay entre el conocimiento que pudiera tener Jesualdo y el que tenga San Yosé, ninguno de los cuales había entrenado nunca en España? Bueno, es igual, hoy no analizo topicazos mediáticos).

Pellegrini es ya nuestro galáctico, mientras se recupera Rondón, y en tanto en cuanto alguien le enseñe a Quincy "Yons" que al fútbol se juega con un balón para todos, no uno por cabeza. Yo tengo fe en Iván González, cuando no esté lesionado, y me gustaron "Papelito" y Juanmi, o Juanma. Pero no tengo datos suficientes para evaluar las calidades de la plantilla, más allá de la evidencia que dejan los últimos partidos: no tuvimos centro del campo. Traducido al lenguaje de "Manolo", como llamaba hoy un tuitero paisano a Pellegrini: no tenemos Riquelmes, ni Sennas, ni nada parecido que haga carburar al resto. Pero, insisto, no pretendía yo hoy analizar la plantilla.

Tampoco pretendo topicar sobre el ingeniero chileno, pero sí rezo por el delegado, si lo hay, del diario deportivo madrileño que tiene un director videobloguero. Digo que rezo por el corresponsal en Málaga porque supongo que la ira enfermiza del susodicho no descansó cuando las urgencias, el Barça y don Florentino (con Valdano callado y escondido diciendo eso de pío-pío que yo no fui el que lo trajo), largaron al técnico del Real Madrid. Pero ése no es el objeto de mis habladurías de tren. Lo siento por los periodistas, sí.

Hoy, que tenemos técnico de prestigio, que el jeque-jeque-jeque (no me sale el nombre, lo siento y sí me dan ganas de escuchar chunda-chunda) ha dicho que guarda pasta para fichar en diciembre, que alguno ya se imagina el año que viene escuchando en Martiricos la música de Zadok, el sacerdote, mientras la lona-balón de las estrellitas ondea en el centro del campo, justo encima del cauce del Guadalmedina,... Hoy quiero reclamar para éste nuestro Málaga un poco (un mucho) de colaboración: porque siempre hemos sido con el equipo demasiado exigentes, demasiado ilusos, demasiado descreídos, y poquito de arrimar el hombro, de callar, de esperar y apoyar.

Supongo que alguien me gritará para decir que la gente del Málaga paga su abono, que es muy caro, y que jamás ha tenido alegrías. Yo digo que contribuir a hacer un proyecto deportivo, un proyecto de élite para un club de fútbol es algo más que pagar el abono, siempre carísimo, y quejarse porque uno tiene derecho, que lo pone en el carné ("el poseedor de este carnet puede acceder al estadio y quejarse sin límite"): convendría que se implicara todo el mundo en esta batalla, ahora que ha venido uno de fuera a poner la pasta que nadie de casa quiso o pudo poner. La pasta es fundamental. Pero se necesitan además, tranquilidad para, con la pasta, acertar en los pilares del proyecto: supongo que le harán caso a Pellegrini cuando establezca las bases para recuperar una cantera que no hace tanto nos ha dado futbolistas de calidad. O cuando proponga una dirección deportiva profesional, y no un tío que ficha porque tiene nombre de futbolista con pasado malaguista, algún cursillo, y origen malagueño, a poder ser.

Démosle tiempo y confianza a los profesionales, ya que le dimos dinero para gastarse en un proyecto que potencie la cantera, que fiche con sentido, que piense a medio plazo. Copiemos el ejemplo del Villarreal, que creció desde la nada con el dinero de los azulejos pero con la mente de señores como José Manuel Llaneza, Manuel Pellegrini, etc... Pero no queramos que los frutos broten mañana, démonos un tiempo razonable de apoyo, incondicional, sin evaluaciones ni en la grada de la Rosaleda, ni en el Sur, ni en la peña o el bar, ni en la tertulia del Procono o la radio de Paco Cañete (no sé si el maestro sigue dando guerra y si existe Procono, pero se me entiende, ¿no?).

Hagamos del campo de fútbol un estadio fuerte, mientras nos dan el Mundial 2018, nos eligen para ser sede y nos construyen la Nueva Rosaleda, allí por el Puerto de la Torre, en cinco o seis años, no más. Entonces, quizá, si estos señores aciertan, tengamos un estadio del Siglo XXI que no huela a río, un club que produzca jugadores de primera en el Atlético Malagueño, o como se llame; quizá si nos damos ese plazo de cinco años, entonces podremos vislumbrar un equipo de primera, como dice el himno, de los que viven cómodamente entre los diez primeros, compite en Europa con normalidad y mete miedo a los grandes porque les gana sin que nadie en los diarios deportivos nacionales se sorprenda (comencemos aplaudiendo más a nuestro Málaga que al Real Madrid y al Barça, no como ahora). Pido paciencia, implicación, apoyo, serenidad, ganas de tener un Málaga mejor, como el Unicaja, nuestro ejemplo recurrente.

Pido una afición con madurez para vivir entre los grandes, pido unos medios de comunicación razonables, sin forofeos (los periodistas, asumámoslo, jamás sabremos más que los profesionales, los que se dedican a entrenar, a gestionar). Pido unos políticos que ayuden (aunque mi ideal sería un deporte autosuficiente, sin ingerencias de las instituciones públicas, entiendo que en Málaga, el Málaga necesita de los políticos), unos políticos que ayuden sin necesidad de ir al palco a figurar aunque se aburran porque el fútbol no les gusta, ni lo entienden, a un año vista de las municipales. Pido unión, y me siento legitimado para hacerlo como el que más porque hablo solo, porque me partí la ceja derecha con el traje del Málaga hace más de treinta años, sin tener ni cinco, creo, y porque guardo en mis tesoros de niñez la entrada del último partido del CD Málaga, ante la SD Compostela, cuando aún iba al colegio con mis colegas de siempre, a la EGB, creo. Aquel día, de no sé qué año vimos morir nuestro club y éramos cuatro en la grada. Yo estaba allí, y aunque ahora no vaya a la Rosaleda porque la distancia lo impide, quiero saber que en mi casa juega al fútbol un grande. Grande, como mi tierra. La mejó. Ole.

jueves, 4 de noviembre de 2010

De Copas


Dificilmente puedo decir algo, al menos hoy, que esta imagen vale, seguro, más que millones de palabras. Eso sí: entre papá y mamá, claramente, la dorada, que me sigue embobando. No quiero sanas envidias, que la expresión me provoca conflictos semánticos. Mañana os cuento más de las dos: hoy conocí a la Euro, y tiene algún detalle curioso.