viernes, 23 de julio de 2010

La mala educación

Mientras la gente insiste en contarme cómo vivió la final del Mundial durante éstos, mis días de playa, yo me dedico a pensar solo. Pienso solo y veo el Tour, a la orilla del Mediterráneo, gracias al mp5 con tdt que me regalaron los del cortinglé en el Mundial (¡Viva el cortinglé!). Por cierto, ayer creo que un "barato-barato" me quiso vender una camiseta de España, de las falsas. Me imaginé sacando una placa: "¡Federación Española de Fútbol, queda detenido!", pero de esto y el "españolismo limpio" hablaré solo en breve. En vez de combatir el pirateo textil hispánico, presté atención a Carlos y Perico, Perico y Carlos. Éste argumentaba en sus duólogos eternos de cada etapa que, debido a que hoy las cámaras todo lo ven, el deportista, el ciclista es más educado. Tiene razón. Todo ello, a cuenta de la polémica por el feo de Contador a Andy (no es el de Toy Story, aunque se le parece). El luxemburgués, que con su hermano Franck le hicieron el vacío a Carlos Sastre hace un par de años cuando éste ganaba el Tour, tocó mal el cambio subiendo no sé qué puerto (esto me pasaba a mí con mi motoreta, de chiquitillo), y se le salió la cadena. El demonio de Pinto aprovechó para seguir a su ritmo o atacar, yo qué sé, que no vi la etapa. El caso es que Alberto le ha dejado ganar en el Tourmalet porque son coleguitas y el madrileño, que es muy sentido, se la debía, pre-sun-ta-men-te. Me parece fa-tal. Y más, que Contador diga que si no hubiera pasado lo de la cadenita, hubiera disputado la etapa en la mítica cima. Lamentable. Desde el cariño, que yo soy contadorista de los antiguos. Espabila, Alberto, espabila. Que no se gana en el Tourmalet to los días, c...

Gracias a la polémica, se nos llena la boca hablando del "juego limpio en el Tour", ahora que decae el Mundial. Que si uno "atenta al juego limpio, que si esto no es juego limpio, que si me limpio a quien no juegue limpio...". Bla, bla, bla. Bla, y más bla. Ayer se cayó Samuel Sánchez y mientras Contador quería esperar, Sastre dijo que ni de coña. Me parece respetable y defendible (una forma cobarde de intentar dejar claro que me parece BIEN). En realidad, de tanto manosear el "juego limpio", al final vamos a terminar cediendo el paso al rival a lo Arturofernández, cuando de lo que se trata es de competir, y la competición tiene sus incidencias en cada disciplina deportiva. El "juego limpio", a mi entender, apela a la renuncia a las malas artes en la disputa. Y no a la eliminación de cuajo de las circunstancias intrínsecas, favorables o no, de la competición.

Uno de los segundos más dramáticos de mi final del Mundial fue aquel en el que un holandés le devolvió desde su campo un balón largo a Iker Casillas. De tal manera, pelín perra, que el pelotazo fue plano, a mala leche, y no bombeado, como se devuelven los balones que no se quieren disputar. Recordarás que el Jobulani le bota a Iker delante, y éste lo roza para mandarlo a córner. Yo lo vi dentro de la portería. Y si va a puerta, Iker no lo evita. ¿Qué hubiera pasado si ese balón cae dentro de nuestra portería? No me imagino a Scatergoris, o como se llamara el portero holandés, dejando a Villa marcar a puerta vacía para igualar el tanteador e izar la bandera del "fair play". Se hubiera liado parda, que dicen loj madrileñoj. Vamos, que nos hubieramos comido el gol en contra con papas, huevos y salchichas de las picantes. Es decir, que nos hubieramos quejado de su atentado, otro más, al juego limpio; que hubiéramos iniciado la II Guerra de Flandes. Pero sin Copa, salvo la de subcampeones del mundo.

Si nos empeñamos, defendamos a lo radical el concepto, y abramos una nueva etapa de "deporte educado", según la cual después de marcar el involuntario gol, podían los holandeses haber pedido el cambio de delantero en España para que saliera Torres y rompiera su racha marcando el gol que igualaría la final a juegos limpios. Ya que somos educados, ¿por qué no solidarios con los enrrachados en la negatividad? Y más con los holandeses, un ejemplo de pronunciarse con limpieza, a lo De Jong, que se llama allí. De Jong = de limpio, en holandés. Que lo sé yo.

Mejor, mejor: redefinamos las leyes del deporte (mientras pienso lo que escribo me siguen contando que ganar el Mundial es una pasada, sí, una pasada. Gracias). En Fórmula Uno, a tope: si se chocan dos, se para la carrera, aunque le fastidie a Lobato la emoción y a La Sexta las audiencias. A partir de ahora, los monoplazas, con intermitentes y bocina, para avisar de los adelantamientos. Y por supuesto, si a un mecánico torpe se le engancha la manguera de la gasolina en el repostaje, todos paran hasta que el afectado se reincorpore, y se le dan quince segundos de ventaja para que no se traumatice el piloto. En motos, igual, pero que no gane siempre Valentino Rossi, que eso atenta al juego limpio.

En boxeo, cada vez que uno le dé una galleta al otro, el árbitro debe parar, y que los rivales se abracen en gesto de sentido juego limpio: "no es que no te quiera dar un guantazo, es que así te gano, ¿no te importa, no?". En tenis, nada de pedir perdón en falsete si la pelota cae del lado contrario después de tocar la red: en ese caso, dos puntos para el afectado. El rugby, el football y el hockey sobre hielo, directamente, se prohiben por mandato de las Naciones Unidas que cumplen los EEUU, éste sí. El rugby lo reinventamos para que sea un juego en el que educadamente, los deportistas se ceden el melón para atrás hasta que llegan a la linea de fondo. Sin agresiones. Con educación. En balonmano, nada de balonazos a bocajarro: o se tira flojito, que no le duela al portero, o exclusiones de quince minutos, que dos son pocos. En baloncesto, a partir de la entrada en vigor de las nuevas reglas para el juego limpio, el contendiente tendrá la posibilidad de bajar la canasta de altura si es el base el que quiere hacer un mate. Y por supuesto, nada de jugar con camisetas de tirantillas, que refregar de sudor al contrario es juego guarro. Y en atletismo de fondo, ¿qué es eso de correr cuarenta y dos kilómetros para llegar mareados, o que te sancionen porque en vez de marchar, corres? Se pasea, con calma y por la sombrita. El que llegue antes, llegó, pero sin correr. En golf, si fallas un golpe de handicap principiante, se repite. En billar, igual. Todos con flotador en natación y con aletas de tiburón y tubito de buzo, pa ir más rápidos y sin sacar la cabeza. Ah, y en fútbol, el que gane el Mundial, sea la Federación que sea, tiene que donar el premio a la Cope, para que pueda pagarle al Pacogonzalez's Team. Supongo que Rosety no podrá reeditar su Juego Limpio, en Radio Voz. La próxima, en la careta del programa, el locutor dirá: "Juego Limpio, con Andy Schleck y las monjitas de sor citroën, por favor, si no le importa". Qué menos. Eso sí que sería Fer plei, y no lo de la FIFA. Con perdón. Perdón, sin perdón. ¿No pedir perdón atenta al juego limpio? Y al hilo de pensamientos playeros varios: ¿qué ha hecho la niña de diminutivo "Covi" para que el padre agreda a Covadonga con ese recorte tan cruel del nombre? ¿Por qué el jeque ficha a un tío pal Málaga sólo porque se apellida "Malagueño"? Dado que habitualmente jugamos los domingos, ¿me querría como subpresidente, que es más que presidente? ¿He copiado el titular de una peli de Almodóvar? ¿A qué huelen las cosas que no huelen? Realmente inquietante, amigos... Mejor me remojo, que la cabeza me echa humillo.

lunes, 19 de julio de 2010

El minuto 58

Estos días ando preguntando a las gentes de este país campeón por su momento clave en los siete partidos del Mundial. Aquel que nos llevó a levantar la Copa, a besuquearla, a pasearla por un país revertebrado gracias al fútbol, al menos estos días, en el que ha nacido algo que se me ocurrió ayer llamar "nacionalismo limpio", o "españolismo apolítico" (por conceptualizar el orgulloso yo soy español, español, español). De esto hablaré otro día, cuando tenga más asentada la idea, porque después de pasarme el finde dándole vueltas al temita, no he encontrado otro sentimiento, otro hecho, otro momento que nos uniera a los que vivimos en Iberia más que lo que lo hace el fútbol después del 11-J. Lo más aproximado que me vino a la mente fue la guerra de 1808 y Goya con sus pinturas. Y los atentados, claro. El caso: pido ayuda para llegar a un consenso sobre la importancia extradeportiva de lo que nos ha pasado. Es decir, ¿esto de ganar el Mundial es en realidad tan importante como nos ha parecido a los que el lunes pasado nos tiramos a las calles para celebrarlo? O, en la medida de que de un Mundial no se come, que dicen los más sosegados y despegados del fútbol, ¿es ésta una chorrada más, pasada de revoluciones, para enfermos e ilusos?


En realidad, estos días he tratado de buscar algún hecho comparable que en otra profesión u orden de la vida fuese similar en relevancia, en emociones, en repercusión... El Nobel de literatura para un escritor de los nuestros, llegar a la luna otra vez, ¿un Óscar?; no, un Óscar, claramente no. Sigo pidiendo ayuda. Es decir, me gustaría que alguien me dijera: "pues esto de ganar un Mundial, yo lo comparo con, para mí..." (no vale decir "tener un hijo", no hablamos de cuestiones personales, que obviamente son más importantes y más trascendentes en la vida de todos)

Pero, a lo que iba. En la primera de mis cuestiones vitales de esta habladuría solitaria, planteo inquieto un sondeo sobre el momento clave del Mundial: el gol de Iniesta, los goles de Iniesta, los de Villa, el árbitro, los árbitros... Iker Casillas. En realidad, el fondo del soliloquio es el mismo de otros anteriores: ¿de verdad no es hora, aún, de que le reconozcamos al capitán de la selección lo que ha hecho? (no me refiero al morreo más famoso del neonato siglo XXI). No voy a caer en el tópico de pedir para él un Balón de Oro, que al fin y al cabo es un premio que da una revista, ni el FIFA güorld player, que lo dan sus compañeros y supongo que lo ganará. Mejor dicho, espero que lo gane. Insistiré en mi sorpresa por la timidez con la que idolatramos a un jugador que, repito por millonésima vez: va a ser nuestro futbolista de los récord en la historia de este deporte, ha levantado dos de las tres Copitas que tenemos por selecciones absolutas de fútbol, ha sido decisivo, determinante, clave, en los dos torneos que han dado lustre a nuestras camisetas rojas de España (estos días he oído a gente que se va a tatuar en el pecho la estrellita de campeón del mundo; en serio). Al margen de los premios. ¿qué más tiene que hacer Iker Casillas para que lo veneremos sin rubor?

Para mí, la clave del Mundial está en el minuto más largo de la historia de nuestro fútbol, que comienza en Ellis Park cuando Piqué (vaya tela, con Piqué, en fin, dejaré el tema "Piqué") hace un penalti claro, que Iker detiene cuando algunos ya hacíamos las maletas, para que mientras conteníamos aún la respiración nos piten un penalti a favor que marcamos, pero que no vale porque uno de los nuestros está pisando la raya del área, y lo tiremos otra vez para fallarlo y que en el rechace el portero con apellido de presidente campeón del mundo haga otro penalti que el árbitro ya pasa de ver y pitar. Ese minuto clave del Mundial, para mí, empieza a contar con la parada de Iker, asesorado por Reina. Si Iker no lo para, si no le hace caso a Reina, si el delantero lo tira contra su costumbre, Paraguay se pone por delante y España se va a casa, segurísimo (me puedo tirar el farol porque nadie me puede negar la posibilidad más que probable, posibilísima. ¿O no?). Iker, con su parada certera, como después sacándole un balón de gol al hombre foca de cristal (Robben) en la final, es el elemento clave de este título. Sin Iker, los goles de Villa no hubieran valido. Los de Iniesta no hubieran dado un Mundial. No seríamos una España nueva, una España linda... Iker Casillas, te mereces lo que pidas, incluso si lo que pides es que no se te aplauda tanto o simplemente que te dejemos en paz con tu gente... Iker, presidente del Real Madrid, del Gobierno, del Mundo... ¡¡¡Iker, gracias, gracias, gracias, gracias,...!!! Iker Casillas, para mí, el mejor jugador de fútbol de nuestra historia. Y punto. Me estoy planteando cambiarle el nombre al bebebló, y en vez de Hablando Solo, ponerle Viva Iker Casillas, el mejor portero del mundo. Sí. Me gusta. Aprobado. Palante.

sábado, 17 de julio de 2010

En el sur de los viejos navegantes

(publicado en Málaga Hoy el 30/06/2010) Al sur del sur, donde España se ganó los cuartos, hay un tierra de leyendas que se reivindica con hechos y razones. Con historias de tiburones y surfistas que buscan la gran ola, de puertos seguros que parecen hechos para el atraque de los barcos corsarios de hoy y siempre, playas donde arrivan chicas mudas cargadas con pianos y música celestial. Es un paraíso aún demasiado marcado con cercas electrificadas, para dividir no hace tanto por el color de la piel. Es un lugar de arena blanca y mar verde, violento, escarpado como la costa asturiana y mi Faro del Cabo Peñas. Con sus "casitas" de madera y habitantes blancos. Los "morenitos", como dicen los guías turísticos para no molestar a nadie, viven tierra adentro.

La península del Cabo es una Cádiz sureña, grande y repleta de relatos donde los aventureros ganan y pierden, contra ellos mismos y contra la naturaleza. En "la Buena Esperanza" vaga el holandés errante, al que se ve con su "barquito" cuando estás buscando una cola de ballena que, para variar, ayer todos vieron menos yo. Por miope y torpe. Desde lo alto de la Punta de Díaz, por el portugués que pasó por aquí y dejó su bandera en primer lugar, entiendes por qué ese lugar es el Cabo de las Tormentas. El sol se esconde sin avisar y nos cae una tromba de agua a la que acompaña viento de mar, de ése que te impide hablar, te empuja hacia el barranco o te frena los andares fatigados.

Desde ese lugar único en nuestro planeta, tan referente para marineros de todos los tiempos, no piensas en pateras, ni en lanchas de contrabando, o yates de ricachones. Sólo intuyes, que no se ve, el "finisterre", y piensas en la valentía de esos hombres que se embarcaban en cáscaras de madera para desafiar a los dioses. Al sur, el mar acabará donde empiece la Antártida. No sé cómo explicar mejor que pisé un puntita de la tierra que soñé en los libros de Melville, de la que leí en las crónicas viajeras de Vázquez Montalbán, un lugar más de los que conquistamos los fanáticos en las aventuras de Bear Grylls, el Último Superviviente. Es difícil hablar del simple fútbol cuando vi una roca familiar y me explicaron que estaba pisando la playa que sirve de portada a esa genialidad de la música de todos los tiempos que será la banda sonora de "El Piano", que no sé si es mejor la "peli" de Jane Campion o la fantasía sonora de Nyman.

Ayer estaba tranquilo. Convencido de que esta noche nos iríamos para casa, y un pelín apenado porque no veía razones futbolísticas para no ganar a Portugal. Cuestión de "gusanillo", que dice Rosety. Pues eso, que estaba tan convencido como satisfecho. Me quedaba en el tintero sumergirme en la pobreza de Johannesburgo, y jugar en cuartos contra Paraguay sería volver a la capital y soñar con la proeza deportiva de las semifinales. Escribí en negativo. La hora de cierre del periódico obliga a los compañeros de Málaga a un esfuerzo. Siempre que puedo, adelanto, aún a riesgo de tener que rehacer. Ayer, me olvidé de los futbolistas, de buscar pistas en su mirada. Hasta me resultó cansina María Villalón con su "lluvia" (llevaba tol día "chorreando"). Las broncas para llegar al estadio me pasaron de largo. Llegué tarde e imaginé nuestra Nueva Rosaleda en el mar de nuestro futurible Mundial en 2018, a la vuelta de la esquina. El campo de fútbol de Ciudad del Cabo es una ensaladera recién estrenada, blanca e iluminada de noche, que se integra a la perfección con el paisaje marítimo portuario de la ciudad. Es una preciosidad. No entendía por qué teníamos que perder, otra vez, en un estadio maravilloso. No quería guardar mal recuerdo de este lugar, y me prometí enseñaros las fotografías del lugar, por si lo del Puerto de la Torre no es definitivo, que imagino que sí (que no se enfade la gente, sólo que un estadio moderno junto al mar es seña de identidad de ciudad grande y moderna). No jugamos mal, pero nos falta algo, y nos sobran los errores en el pase, en el centro del campo. Uno va a ser un zarpazo letal si seguimos entregando balones fáciles. Torres no está, no es su día, hoy tampoco.

Gooooolazo de Villa y pido cabeza. Me acuerdo de Alemania ante Francia, es decir, del 2006. Llorente sale y cuando se tira dos minutos cambiando de camisetita me xjdurkdjr en toooó (onomatopeya de sonido irreproducible). La media hora más larga de mi vida. ¡¡¡Illa, illa, illa, villa maravilla!!! (como estará disfrutando Juanito, desde su palco vip del cielo. Seguro que nos presta el grito, que el Guaje es de los suyos, con dos...). Me he propuesto no mirar el crono, que esto es más laro que yo qué sé. Rebusco las partes "negatifas" de la crónica viajera (por si hay que cambiar). Quedan diez, y el alargue. Empieza el rondo. Preferiría que remataramos. Cinco, cinco, cinco... Dos minutos de alargue, dos minutos. Se acabó. A cuartos, a cuartos... (se ofrece futurólogo fracasado. Llamar al número habitual)

jueves, 15 de julio de 2010

Único, grandioso, "perórtico"

(publicado el 13/07/2010 en Málaga Hoy) Lo conseguí. Toqué la Copa, la acuné embobao, como se ve en la foto, como si fuera un bebé de los gordos, de cinco kilos. Reluce más de lo que dicen las imágenes. Es cabezona, más que algunos. Menos que yo, claro. No le di besitos, que la habían relamido los enviados especiales que se repartieron los primeros codazos por tocarla en la zona delantera del avión. No es que estuviera babeada, o un poco sí, pero tampoco era necesario posar a lo jugador de fútbol cursi. Que uno sabe de sus limitaciones. Yo la abracé, noté el tacto del oro, el peso macizo y los contornos de la imagen tallada. No encuentro palabras, y si sigo por este camino, termino seguro haciendo literatura "cannavaresca"; cursi, vamos.

En el vestuario del Soccer City reventaron la responsabilidad acumulada, la tensión del partido, las emociones contenidas durante días, durante minutos, en una prórroga irreal,... Como no había fiesta "in situ", la montaron en el mismo estadio. Tanto, que cuando salieron, ya parecían otros: esa mirada felina de la que os hablé días atrás había desaparecido para mostrarnos a jóvenes felices, desbordados, borrachos de alegría: Villa lucía una bufanda de su CD Tuilla natal; Piqué, una ronquera considerable; Iniesta, el hombre gol del Mundial, una paz digna de mención: fue de los que salió de la zona VIP del avión para compartir felicitaciones y firmar autógrafos. Mientras, sus compañeros montaban la conga musical: Reina, Xavi y Sergio Ramos, con un "loro" de los modernos, recorrieron el avión al son de "Píntala", de Elvis Crespo, su canción del Mundial, y bailando a lo "pachanguero". Xabi Alonso enseñó la marca de la patada karateka que recibió. Javi Martínez, tirando de tierra, lució un "pañolico" navarro con la efigie de San Fermín durante todo el viaje. Iker Casillas paseó de punta a punta del avión dos o tres veces, desde su butacón VIP delantero a la zona trasera de los/as enviados/as especiales de los medios informativos (¡que se casen, que se casen!).

Por fin, Vicente del Bosque reconoció sentirse emocionado, y ya que estaba, el hombre, que es tranquilo, aprovechó para desear buenas vacaciones a la gente y avisar de que el día 7 de agosto tenemos lista de convocados. Los campeones del Mundo juegan en el Azteca de Méjico, el estadio más grande del planeta. Otro regalo de los dioses del fútbol. Como regalos ha acumulado el personal, que supongo que las páginas de subasta internauta se van a inflar de pujas por firmas de los campeones: hubo quien metía a dos manos en la mochila las camisetas que hizo Adidas para celebrar el triunfo. Y hubo quienes nos quedamos sin camiseta. Por tontos. O por prudentes. Se pintorreaban con la firma de los campeones del mundo las credenciales FIFA del Mundial, las entradas de la final, y además, camisetas, gorras, Jabulanis... Confesaré que guardo uno de los pequeñitos con la firma de los catorce futbolistas que jugaron el 11-J y el entrenador. Es mío, solo mío.
A todo esto, la fiesta la visteis desde que abrieron la puerta del avión en Barajas. Antes, y mientras la delegación oficial se trajeaba para los fastos, todo terminó con una guerra mundial de almohadas. Todos contra todos. En fin, es lo que dan de sí tantas horas de vuelo rodeados de niños. Triste manera de acabar una crónica viajera, lo sé, pero la realidad siempre se impone a los deseos. Bueno, hay veces que los deseos se hacen realidad. A mí, me ha pasado: he ganado el Mundial de Fútbol, he tenido la Copa en mis brazos, he conocido un país maravilloso, a gentes extraordinarias,... En mis habladurías solitarias por Sudáfrica, me he sentido acompañado por las páginas de Málaga Hoy y de todos los que lo hacen. Gracias por aguantar mis chorradas diarias. Sé que repito el final de ayer. Es que me quedé corto. Esto, queridos compañeros, ha "estao mortá", perita,... Mejor, simplemente, lo que se dice, de toda la vida, "perórtico". ¿Verdad, amigo?

martes, 13 de julio de 2010

¡¡¡Ama Aqawe Omhlaba!!!

(artículo publicado en Málaga Hoy el 12/07/2010) O lo que es lo mismo "Campeones del mundo", en zulú. El día fue eterno. Había comenzado con un zumo, de naranja, claro, que no me sentó bien, así que desde primera hora declaré la guerra a lo "Oranje". Más, cuando el día anterior me encontré el Soccer City coloreado en sus noventa mil asientos del tonito de marras. La afición holandesa, ruidosa, divertida, poco europea del norte, había ganado la batalla de Johannesburgo, porque los nuestros llegaron de España para ver el partido y volar de vuelta. Me vino a la cabeza Alatriste, y quise que después de la charla bondadosa de Vicente, a los jugadores les hubiera arengado el capitán borde y solitario, que combatió en los tercios de Flandes, y ganó. En las calles de Sandton, doña Letizia se declaraba "atacada como todos", y Manolo, "recuperado, a tope". El del bombo procuró no cruzarse con la real pareja, por no cometer otro atentado al protocolo. Me tropecé a un joven con gafas y chaqueta de policía yanqui, o de stripper de los que gustan a las chicas, y era Rubén de la Red, al que siempre añoro cuando veo la foto de los campeones de la Eurocopa. Desde su ventana en el hotel Da Vinci, Gerard Piqué nos saludó. Era la hora de la siesta e imagino que pocos cumplieron. El rojo no ganó al naranja en la víspera, pero a media tarde ya empatábamos, más o menos. Aparte del color, diferenciabas a unos y otros si después de "Alcohol, alcohol, alcohol,...", entendías "...hemos venido a emborrarcharnos..." (la versión holandesa no me la sé, ni quiero).

Camino del estadio me despido de la Sudáfrica luminosa. Definitivamente, este país sí que tiene un color especial. Como todos visteis la ceremonia de clausura, tan sencilla como original, no hablaré más de la marcha musical, del ritmo de los "bafana, bafana". Ahora, os contaré que cuando dijeron, "güelcon tu de fainal, nederlan an espain", casi me echo a llorar. ¡¡¡España, en la final del Mundial de fútbol!!! Hoy hace doce años de mi primera final de un campeonato del mundo, en Saint Dennis. Aquel día me sentí invitado entre brasileños y franceses. Ayer, la jugaba, como toda España (menos los que regalan plasmas de televisión). Con el Soccer City en pie, se la emoción se nos desató a todos cuando Mandela paseó por la hierba con su gorro ruso, saludándonos con una sonrisa que ha hecho historia y ha dado vida y futuro a millones de personas. Gracias por este Mundial, Madiba.

Enfocaron a Cannavaro soltando la Copa y volví la cara; apareció Charlize Theron y aplaudí. Despajaban el césped para que empezara el "chou" y sonó en el móvil la confirmación del once: con Pedro, y sin Torres, que ni calentó. Raro. El mismo de la semifinal. Sorpresón, si. Y tras la hora más larga del mundo se jugó al fútbol. Nosotros, la Azul. Me gustó. De ellos, me preocupaban el diez y el once, el juerguista y el de cristal. Los dejamos ir y se nos plantaron en la final de la Champions del Bernabéu, uno en el Inter y otro en el Bayern. Y ayer, juntitos. Del resto, defendían varios que habían pasado por España sin salvas de cohete. Si les atacábamos, si no jugaban, el partido tenía que ser nuestro. Cuando comenzó, no era una final, era un partido más: el partido. Nervios, fuera. Nunca me había reclamado con más ganas tener un poquito de suerte.

Y no cometer fallos. Damos el primer error del Mundial en la zona de creación a Holanda, y nos tiran a puerta inocentes. Hemos rematado con Ramos y Villa está suelto entre líneas. Me van pasando los minutos en una nebulosa extraña. Llegamos y llegamos. ¡¡¡Afinad la puntería, por favor!!! Es el partido más cómodo. Pero no podemos fallar una en el pase. Puyol, nuestra luz ante Alemania, anda impreciso. ¡¡¡Vamos!!! Presionan la primera línea, la de los centrales, en nuestra salida de juego. Si los superamos tocando, todo es más cómodo, en su lado del campo. El pesimista del otro día, ayer me tocó a la derecha: "lamentable lo de los recogepelotas" (¿...?). Primer cuarto de hora y nos quitan el balón. A nosotros no nos gusta correr detrás del contrario. Es al revés. Y cuando queremos jugar, leña. Pero van dos a dos en amarillas. No me gusta. El árbitro corta una contra mortal tras una patada de karate de De Jong y no lo echa. Mal. Intercambio de nada, pero ellos ven a más a Iker que nosotros al Stekelenburg, que tiene nombre de juego de mesa. Entre sustos de balones devueltos a Iker, patadas y una llegada de Pedro cuando pasamos la línea del medio, pasa la primera mitad.

Y seguimos cantando la misma historia tras los quinces horribles minutos de no saber donde mirar. Ellos dando, esperando que haya espacios para dársela a Robben. Sigue sin gustarme. A los diez minutos de la segunda parte no tengo claro que vayamos a ganar el partido. Da igual. Todo el mundo habrá visto quien juega y cómo juega. Sé que no vale de nada. O sí. Esta final es un partido que juegan dos equipos y protagoniza un árbitro. Se va Pedro y entra Jesús Navas, sin auriculares. ¡¡¡¡Bieeeen, Iker!!!! (¿seguirá estando raro, Iker?). El partido está embarrado. Hemos caído en su juego. Y ellos tienen puñales. Un poquito de suerte, por favor (Villa remata al muñeco y yo empiezo a temblar, de frío y nervios). Jugamos más pero ellos quieren la contra. Falta a Iniesta: métela, Xavi. La pide Villa. Nada. Nada. Lo estamos cociendo y ellos lo quieren crudo, el gol. ¡¡¡Sergio, Sergio, cabecea bien, j...!!! Del árbitro ya no hablo, conste. Tenemos el balón y ellos parecen muertos. No me gusta. Ni un fallo atrás, por favor. Otro balón largo contra Puyol y Robben y ya no puedo más. No quiero prórroga pero tampoco perder. Hala, a la prórroga.

De lo que pasó en la prórroga recuerdo vagas imágenes de Cesc fallando un gol del Mundial, un cabezazo que se fue alto de los holandeses, a Iniesta empanado sin saber qué hacer porque le suponía cansado, y poco más. Había pedido suerte, y no la teníamos. Soñé que salió Torres, que no había calentado antes del partido, que jugamos mejor que ellos,que expulsaron a uno media hora más tarde de lo que merecía, y poco más. Perdón, perdón, perdón, por dudar de Andrés. ¡¡¡Viva lamadre que te parió!!!! ¡¡¡Gracias, Dios mío,gracias!!!! (nota final del autor: las fotografías y el video, obvio, son míos)